Su pensamiento Sabiendo que la Madre de Dios os ama tanto, escuchad con atención lo que os voy a decir: "si queremos gracias y favores recurramos a María, recemos a María; pero para que Ella interceda por nosotros es necesario mostrarle verdadera devoción en tres cosas: La primera es evitar a toda costa el pecado y procurar mantenerlo siempre alejado de nosotros. Nada hay que nos pueda hacer más daño y que disguste más a Nuestra Señora y su Santísimo Hijo, que el pecado.... La segunda condición para que nuestra devoción a la Virgen sea verdadera es imitarla en su virtudes especialmente en su gran caridad y en su gran pureza. Una devoción a María que no consiga un mejoramiento en nuestra vida no es verdadera devoción. Si rezamos a la Virgen y seguimos en nuestros pecados como antes, puede ser que nuestra devoción sea falsa. El verdadero devoto de Nuestra Señora la imita a Ella en su amor al prójimo. ... Y hay una tercera condición para que nuestra devoción a la Reina Celestial sea verdadera: demostrarle con acciones externas, pequeñas pero frecuentes, el gran amor que le tenemos. Por ejemplo, llevar siempre su medalla y besar esa imagen de la Virgen al levantarse y al acostarse. Tener su estampa en el pupitre o mesa de trabajo para acordarse de Ella e invocarla. Colocar un bello cuadro de la Madre de Dios en nuestra habitación. Adornar las imágenes de la Virgen en el mes de Mayo. Ofrecer por Ella alguna pequeña mortificación o alguna buena obra o una pequeña limosna los sábados o en las fiestas marianas, etc. Narrar a otros los favores que María Auxiliadora ha hecho a sus devotos (la genuina devoción a la Virgen, es prendediza, es contagiosa. Los que le aman le prenden a otros esta devoción). Repartir estampas o imágenes de Nuestra Señora, etc. Ella nos dice: "si tú haces algo por mi, yo haré mucho por ti".
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